domingo, 2 de mayo de 2010

Guerras internas de sensaciones encontradas

Hoy me toca hablar de sensaciones encontradas, de la sensación de que alguien está cerca cuando está lejos, y de que alguien que está a tu lado, parece a una distancia imposible de alcanzar. Esta sensación vengo teniendo hace un par de días, sobre todo la primera, todavía sin haber superado la tan nombrada sensación de inseguridad que me producen ciertas situaciones, me percibo más cerca de gente que pensé que se había alejado de mi vida, y que me tenía bastante atareado por eso, pero a su vez siento que en esa proximidad me alejo, me distancio porque simplemente estoy muy dubitativo, no se que es lo que está bien y que es lo que está mal, no entiendo que es lo que me pasa por la cabeza a veces, sencillamente, no se bien lo que quiero, que en realidad no es tan así, sino que podríamos decir que me tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones terminantes.

Estar cerca de esa gente que a uno lo hace feliz, esa gente que sabe como sacarle una sonrisa a uno, obviamente es muy beneficioso. Pero cuando hay sentimientos encontrados, y ahí es donde arranco con una metáfora, pensándolo como una guerra civil en la propia mente de cada uno, encuentro varios frentes del mismo “enemigo” (que en realidad no es tal, sino todo lo contrario y eso es lo que genera esos frentes), es donde se complica. Por un lado encuentro a los extremistas pacifistas, que vieron la manera de llegar a una ineludible paz, pero que proponen un acuerdo para conseguirla, con el que no se si hoy día coincido. Por otro lado se encuentran los extremistas de la guerra, aquellos kamikazes que solo tienen como función generar una batalla que sin lugar a dudas, va a dejar heridas para ambos bandos, que en este caso, no me interesa que ninguno de los dos tenga bajas. Pero por ultimo encontramos un tercer frente, un grupo que se encuentra justo en el medio entre los pacifistas y los kamikazes, que pretende llevar a cabo un acuerdo blando, que se vaya volviendo más firme con el correr del tiempo. Este es el grupo con el que yo quiero luchar, con el que estoy de acuerdo, porque no tengo ganas de ver muchos muertos, pero tampoco quiero cerrar una paz rígida, con un acuerdo poco flexible, que desembocará en una “paz armada”, o sea, una tensa calma, donde creo que no sería necesario que muera ningún príncipe (al utilizar los términos de descripción de la gran guerra, utilizo su paralelismo) para que se desate una feroz contienda. El más débil de los tres frentes es aquel que yo tengo que lograr propiciar, ya que es el único que tiene chances de no tener bajas ni heridos, porque la paz armada es peligrosa a largo plazo, y los kamikazes, a corto plazo.

Si lograra vencer en la interna y en la guerra el frente “gris” todo sería como debe ser, probablemente se darían algunas batallas al principio, porque ese es el defecto del acuerdo blando, pero con el tiempo este se irá fortaleciendo para conseguir una paz más duradera, y más cercana a la proyección a futuro, y así, no tener que estar mirando día a día. Tengo grandes ansias de poder traer victorioso a casa a aquellos soldados que pidan un acuerdo blando, y que estén dispuestos a pelear por él si es necesario, y para ello, tengo que armar una estrategia, que me permita imponer una “batalla final” y que en la negociación post bandera blanca, se firme este pacto.

Para ir cerrando quiero aclarar que hay batallas y guerras a las que gusta llegar, pero son riñas en las que salen ganando ambos, difícilmente haya bajas y que, como todo mal ganador, siempre me dejan contento, y mis irónicos enemigos y yo sabemos, que son las mejores.

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