viernes, 30 de abril de 2010

Que ironía de la vida

Hoy empiezo a hablar de todos esos temas que me quedaron en el tintero, esos temas de los que jamás escribí, porque no era el momento, o porque, simplemente, no era mi tiempo.

El tema del que voy a hablar hoy son las grandes ironías de la vida, esas cosas extrañas que no uno termina de entender, pero sucedieron, fueron así, y son mensajes, señales que te da la vida, que uno puede tomarlos, o no. La mayoría de ellos los interpreté y fueron, indudablemente, cosas que me dejaron pensando, de la cuales algunas aún hoy no termino de entender, no termino de explicarme, pero existen, y cada vez que las pienso, entro en un estado de transe del cual no puedo salir, cuesta asumir ciertas cosas, ciertas ironías de la vida. Para ejemplificar esto, decidí contar una historia que me parece que va a explicar todo eso:

En un momento de mi vida, hace relativamente poco tiempo, yo tenia una pareja armada, pero estaba viviendo uno de los momentos más difíciles de mi vida, y de rebote, conocí a quien luego de poco tiempo se convertiría en mi confidente, es persona que sabía más de mi que mucha gente que estaba a mi lado hacia mucho tiempo, incluso, muchas veces, que mi propia pareja. Ese que fue un ángel guardián durante bastante tiempo, esa, la única persona que se levantó para darme un abrazo aquel día, el día después de que se haya visto una de las cosas que más me arruinó a lo largo de mi vida, y todos lo sabíamos, solamente ella dio un paso al frente y se hizo cargo de una situación que no le correspondía, desde una insipiente amistad que ya era más que eso, nos confundimos en un abrazo, y al borde de las lagrimas, decidí cesar.

El tiempo pasó y se convirtió en esa persona que escuchaba mis problemas, me animaba, y me ayudaba a solucionarlos, esa persona que tenía un rol esencial en mi vida, aunque no se daba cuenta, era pieza fundamental de mi mente, esa estructura básica que permitía, pese a haber vivido momentos duros, estar siempre al pie del cañón, preparado para la pelea.

Con el tiempo, esa persona fue ganando más y más terreno, siempre sin perder la amistad, pero era casi como mi hermana, la persona con la que más hablaba de todos, la persona que me hacia reír, que me levantaba cuando no quería hacerlo, que me movía cuando ya no quedaban energías, y mi campera de Jean, se mojaba un poco con las gotas de dolor que fluían de mis ojos.

Pero el momento de máximo esplendor llegó, cuando nos dimos cuenta que éramos, también, quienes podíamos satisfacernos el uno al otro, y así, entablar una relación nueva, desde un costado distinto, que parecía perfecto desde un primer momento. Aquel confidente, aquel ser humano hermoso que iluminaba mis noches y daba brillo a mis mañanas, sería mi compañera, había una sensación de vacío, casi imperceptible por hecho de que pasaba mucho tiempo con ella, pero, uno pensaba, cuando terminaba de estar con ella, o cuando pasaba algo lindo, que quería llamar a su alma gemela para contarle que era feliz, que todo parecía perfecto, que se afrontaban los prejuicios y problemas con entereza, y que estábamos unidos por un lazo que en algún momento parecía indestructible. Pero esa persona ya no existía, ya mi alma gemela ya no era mi amiga, cuando la veía, ya veía otra cosa en ella, pero como todo parecía perfecto, uno no le prestaba atención a eso.

El tiempo siguió pasando, y empezaron algunos problemas en los que si se comenzó a notar la ausencia de esa amiga incondicional, con la que nos mirábamos a los ojos y nos entendíamos de memoria, como si nos conociéramos de toda la vida. Lloraba y la buscaba para contarle, para requerir su consuelo, para que me dé un abrazo, y cuando la encontraba, caía en la cuenta de que ella no existía más, irónico el momento en el que parece que esa persona que fue todo en la vida de uno, es simplemente agua salada representando sufrimiento que recorre las mejillas…

Llegamos al día de hoy y ya pasaron varias veces donde le dije, buscá a mi mejor amiga, porque la necesito, preciso un abrazo suyo, no estoy bien y es la única que me entiende, y aunque hoy las cosas no sean las mismas y todos sepamos que existe una atracción física, sigo en la búsqueda de mi mejor amiga, para que me de ese abrazo que nadie entendería, me consuele como solo ella sabría, y me cuente esos chistes, que solo a ella se le ocurrirían.

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