miércoles, 6 de octubre de 2010

Ley de cierre

Me debía este texto desde hace mucho tiempo, tanto, que en realidad me decidí a escribirlo, antes de que quedara mal cronológicamente, respecto del posterior.

Tengo que hablar sobre aquellas cosas que se van cerrando en la vida, todas aquellas etapas que concluí en este ultimo tiempo y no me dí la posibilidad de plasmarlas en un texto, de esos que tanto disfruto escribir.

Estoy en uno de esos momentos de la vida donde el cambio puede asustar, como lo hizo en un primer momento o el cambio puede gustar como lo hizo luego, y continúa aún hoy.

Viví durante toda mi vida en un sistema, yo sabía como era la historia, cambió en algunas cosas a lo largo del tiempo, pero más o menos era bastante constante. Pero el nueve de Agosto de este año eso cambió. Tuve en la mano ese papelito que certificaba que ya ese proceso había terminado, y que simplemente, hasta que empezara el nuevo proceso, estaba absolutamente, y por primera vez en mi vida, fuera de toda institución educativa.

Ahí llegó el famoso miedo a la libertad, por primera vez era libre, no le debía nada a nadie, no tenía ninguna responsabilidad educativa, ni nada que se le parezca. Era el momento de cumplir mi sueño, uno de ellos por lo menos, la universidad, aquello que tanto anhelaba de chico, aquello que soñaba y visitaba casi jugando a ser parte. Si, ese proceso llegó, con bombos y platillos, aunque casi por casualidad.

El día siguiente a eso, concurrí a lo que hoy es mi establecimiento educativo, en rol de acompañante, con solo el titulo en el bolsillo trasero izquierdo de mi pantalón, y unos pesos que me habían sobrado de una pequeña charla, gaseosa y tostado mediante, con quien es, a esta altura, y pese al no tan extenso tiempo, una de las personas que más me vio llorar de alegría y de tristeza, en mi vida. Ese día, gracias a la no existencia de mi timidez, pregunté si me podía anotar (y digo, gracias a la no existencia de mi timidez, porque se suponía que no). A partir de ese momento, se convirtió en el gran punto de inflexión en mi vida, tenía los papeles la universidad, mi vida estaba empezando a cambiar.

Hoy, a varias semanas y ya inmerso en la arena universitaria, tengo la felicidad a flor de piel, y dicen, aquellos que me conocen y me quieren, que cada vez que hablo del tema, el brillo de mis ojos aumenta considerablemente, como si de repente, tuvieran luz propia.

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